Los 50

¿Conocéis la frase de Christopher Bailey: "La mejor edad de la mujer, es cuando deja de cumplir años y comienza a cumplir sueños"?. Pues eso es lo que ocurre cuando cumples los cincuenta. Es ahí, en ese momento, a partir de esa cifra, cuando todo comienza a mejorar. 

Mejora la autoestima; te aceptas y te quieres con todos esos defectos que antes te retraían y comienzas a ser feliz, no sólo los viernes por la noche... ¡NO! También lo eres los lunes por la mañana.

Es el momento, en el que ya no aguantas, ni esquivas, ni toleras a los idiotas,  directamente los mandas a la mierda. Y  te acercas a aquellos que no abusan de tu corazón, que te valoran y te arrancan una sonrisa... a los que quieren deshacer tu cama, pero no tu vida. A los que respetan tu libertad y tus manías. Y no aceptas ser la duda de alguien... mejor sola, que mal enamorada.

Porque a partir de los 50, no pides a nadie que cambie por ti. Que conteste a tus mensajes. Que te dedique tiempo. Que demuestre que te quiere. No, a partir de los 50,  no ruegas, no insistes, no te empecinas y sobre todo, no mendigas. Te das cuenta, que no siempre has buscado la mejor compañía. Unos te han llevado al cielo, dejándote caer... otros directamente, te han hecho bajar al infierno.

Sí, a los 50,  ya has aprendido lo que es el cielo y el infierno. Conoces a tus ángeles y a tus demonios. Sabes mantenerlos en equilibrio y comienzas, realmente a comerte el mundo, a pequeños mordiscos, saboreando cada momento, porque tu mente es más refinada. Refinada y traviesa, y si hay que agarrar a nuestros demonios y bajar al infierno a pecar, lo hacemos con la compañía perfecta, se peca, sí... pero con clase.

A los 50, empiezan a ser normales ciertas ausencias que duelen. Y miras al cielo con nostalgia... Una nostalgia que aliviamos, buscando la conversación con amigos y compartiendo unas risas. El valor impagable de los amigos. Quedan pocos a los 50, pero esos son los buenos.

50 años!! Atrás quedan las prisas, los abrazos equivocados, las piedras en las que tropezaste y todas las hostias que te has dado. Quedan, la serenidad, los besos que hemos dado y las personas que conocemos... Pero sobre todo, el saber que la felicidad comienza, a partir de los 50.


Gracia Barquilla Arias


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